25 de marzo de 2014

Principios elementales de composición: De la belleza por que sí

Girl with a Pearl EarringSe ha insistido mucho en estas líneas en la importancia de decir algo, de lo que queremos expresar, del mensaje, de que la composición está justificada por lo que se quiere comunicar, pero en ocasiones no hay nada más que decir que la belleza por que sí, lo que no es poco.

No siempre la foto tiene que tener un tema más o menos comprometido, ni un mensaje, ni ha de ser interpretada diseccionando sus partes, ni sus partes tienen una intención, ni se narra nada, simplemente se fotografía algo por que es bello, armonioso, por que despierta en nosotros un placer y una satisfacción al contemplar las cosas bellas que queremos compartir. Las composiciones de fotografías así también deben de estar compuestas, en general eligiendo aquellos formatos compositivos más equilibrados y armónicos, ya que equilibrio y armonía son esenciales en el concepto clásico de belleza.


En ocasiones, lo que querremos fotografiar es una obra de arte, una obra de arte ya compuesta, y lo que tendremos que decidir es si la fotografiamos objetivamente, llenando el encuadre y sin distorsiones o haremos de ella una lectura más subjetiva, enfatizando una parte que nos llame la atención. Esto es más difícil si lo que fotografiamos es una pintura o relieves, pero es casi ineludible cuando fotografiamos obras de arte en tres dimensiones, como escultura, arquitectura, orfebrería, etc.

Frecuentemente, la interpretación de la obra de arte, su disección sobre «lo que el artista quiso decir», mata la obra, su espontaneidad, su conjunto, su impacto primitivo que se resuelve de un vistazo en un me gusta o no me gusta. Tratando de analizar si una foto es buena o no por que ha utilizado correctamente, o no, tal o cuál técnica se pierde la obra en los detalles.

Pero no vale todo. Podríamos llegar a pensar que mientras esté justificado, mientras esté autojustificado, mientras podamos inventarnos una historia de por qué hemos compuesto así, toda composición vale. Podríamos llegar a pensar que por que hayamos utilizado correctamente todas las técnicas a nuestro alcance ya hemos hecho una buena foto, es más, una obra de arte que tiene y ha de ser reconocida.

Pudiéramos llegar a pensar que si hemos conseguido una foto espectacular, reconocida como tal, repetiremos el éxito con la misma fórmula y pequeñas variaciones; y quien viera una cualquiera de esas fotos la reconocería como espectacular, pero vistas una tras otra resultarían monótonas y aburridas. Ejemplos hay en el arte, como el neoplasticismo de Mondrian, o incluso el cubismo analítico, en los que unas pocas obras maravillan, pero «agotan» todas las posibilidades.

Al final el público es el que manda, el que valora la obra, al que le llega o al que no; y lo va a hacer en una primera impresión de conjunto. Luego, si tiene conocimientos e interés, analizará sus partes para saber por qué le gusta o le deja de gustar.

A la hora de presentar una foto, una cosa son nuestras intenciones y otra muy distinta lo que las personas que la ven perciben, que depende no solo de lo que están viendo si no, también, de sus propias experiencias e intereses.
cc-by-sa

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