8 de noviembre de 2011

Mejorando nuestras fotos. II. El paisaje

Continuamos con nuestros recordatorios para mejorar nuestras fotos...

La definición de paisaje, en fotografía, no es algo que quede “meridianamente” claro, ya que acudiendo a la herramienta por excelencia de la lengua española (diccionario de la Real Academia), observamos que existen tres acepciones de la palabra paisaje, de las cuales nos interesan la segunda (2. m. Extensión de terreno considerada en su aspecto artístico) y la tercera (3. m. Pintura o dibujo que representa cierta extensión de terreno).



Es decir, y resumiendo, la manifestación artística de cierta extensión de terreno. La definición inglesa de “landscape” es mucho más amplia, sustituyendo “terreno” por “natural scenery” y acotando una acepción más que hace referencia a la orientación HORIZONTAL del lienzo (canvas), además de otras que escapan de este tema.



En cualquier caso, debates al margen, consideraremos objeto de este artículo cualquier escena natural representada en una fotografía, sea esta en vertical u horizontal, permitiendo la inclusión (en la menor proporción posible) de modificaciones realizadas por el ser humano (léase edificios, puentes, barcos, etc.). Debido a la herencia recibida de la pintura y del dibujo, consideramos que se trata del tipo de fotografía más popular, y la que todo aficionado a la fotografía ha intentado desde su primer contacto con una cámara.

Dicho esto, pasaremos a relacionar alguno de los consejos dados por los expertos en orden a mejorar esta representación en la medida de lo posible, primero desde la técnica (antes de tomar la foto), luego desde las herramientas (mientras se toma la foto) y por fin, desde las correcciones (después de tomar la foto).


Antes de tomar la fotografía

Lo primero es cuidar la composición: imaginar la escena que estamos viendo y trasladarla a los límites de nuestro visor, componiendo la misma teniendo en cuenta una de las particularidades más importantes de esta disciplina: conseguir la mayor profundidad de campo posible, es decir, que la mayor parte de lo que incluyamos en nuestra escena (si no todo) se encuentre nítido y enfocado (en el artículo sobre la hiperfocal se habla sobre esto).

Una escena natural gana muchos enteros si conseguimos plasmar en ella la tridimensionalidad del “mundo real”: un elemento en primer término que dé profundidad, enmarcando la imagen mediante la vegetación existente o incluyendo un elemento humano que deje a las claras el tamaño de lo que estamos fotografiando. Muchas veces, bajar el punto de vista ayuda a una foto redonda. Colocando la cámara a una altura que no es usual para el ojo (por ejemplo, a ras de tierra), e incluyendo elementos propios del paisaje que solo se ven a esa altura (hongos, flores, hierba, piedras) podremos conseguir escenas diferentes que sorprendan a quien contemple nuestras fotos.

Aunque el formato horizontal es “el rey” en los paisajes, no debemos olvidarnos del vertical; muchos elementos son impactantes por su altura (montañas, árboles), y esta orientación es la más conveniente para plasmar su grandiosidad.

Se trata de analizar qué es lo que queremos fotografiar, teniendo en cuenta que el fondo aquí sí es importante. De igual forma, el elemento que deseemos resaltar (el centro de interés), es conveniente situarlo en un punto fuerte de la escena, ya que aquí no podemos jugar con los desenfoques de lo “menos interesante”. La composición es fundamental: una regla fácil cuando hacemos paisaje es dedicar al cielo 2/3 y a la tierra (o mar) 1/3 cuando aquél es el más importante, y viceversa cuando queremos resaltar la zona “no celeste”. Las líneas (rectas, diagonales, curvas) son fundamentales en una buena composición: debemos jugar con ellas para que la foto resulte interesante.

Si la luz es importante en cualquier disciplina fotográfica, en la que tocamos hoy se trata de su protagonista absoluto. La misma escena fotografiada a las 2 de la tarde, con el sol en todo lo alto y lo intenso de la luz, es una fotografía mucho más “insípida” que la realizada en una hora en que la intensidad sea menor, y las sombras más pronunciadas. Los amaneceres y los atardeceres, sobre todo cuando el sol no está en el horizonte son sin lugar a dudas nuestros mejores aliados para conseguir una fotografía impactante. La llamada “hora azul” (cuando hay luz, pero no hay sol —no confundir con un día nublado—) es la franja de tiempo (breve) mejor para hacer paisajes. Obviamente, la meteorología es fundamental… hay fotos impactantes durante tormentas eléctricas, formaciones de nubes características, pero también lo es la ubicación (si vamos a realizar paisaje nocturno, es conveniente que nos alejemos de las zonas con alta contaminación lumínica) y la orientación de nuestra fotografía: si queremos garantías de una buena luz, apuntemos nuestro objetivo al norte. Y recordemos que el momento es fundamental (dos fotos con una diferencia de un minuto, pueden ser considerablemente diferentes): hay que estar atento e intentar captar la mejor luz posible.

Y hablando de luz, cuando incluyamos al cielo en nuestra escena (un porcentaje muy alto de veces), debemos procurar que este no nos juegue malas pasadas. Si bien lo ideal es encontrar unas nubes atractivas y unos colores diferentes, no es menos cierto que la intensidad del brillo del cielo puede apagar el resto de la escena. Debemos cuidar mucho este tipo de detalles antes de hacer la foto (aunque se puedan arreglar, mejor o peor, en el procesado).

Mientras se toma la fotografía

Si queremos conseguir nitidez, además de cerrar nuestro diafragma y disparar a la velocidad necesaria (recordemos: al menos el inverso de la longitud focal —si el objetivo es de 50mm. la velocidad mínima sería 1/50 segundos—), no nos vendría mal el empleo de un apoyo que permita que la cámara se mueva lo menos posible durante el disparo (trípode, árbol… suelo), además de un objetivo apropiado (nítido). Aunque los más aconsejables son los angulares, no quiere decir que los teleobjetivos no puedan hacer fotografía de paisaje: el problema, como siempre, es la profundidad de campo (a mayor distancia focal, más “plano” aparece el fondo). Siempre dependiendo de la luminosidad de la escena, se aconseja cerrar el diafragma hasta al menos f8, asegurándonos así mayor nitidez y profundidad de campo.

Los angulares tienen sus ventajas y sus inconvenientes: si bien consiguen mayor profundidad de campo y hacen que nuestra vista se expanda más allá de los límites de la vista normal (vemos más a través del visor que a simple vista), también adolecen de fuertes distorsiones. Una forma de evitarlas es la realización de panorámicas, con varias fotos (en horizontal o en vertical) tomadas con un objetivo sin distorsión —efectivamente, materia de otro artículo—.

Recordemos que sea el paisaje que sea, va a incluir un horizonte, sea este explícito o implícito. La vista (y más la entrenada) tiende a evaluar la escena tomando como base la horizontalidad. Si tenemos una puesta de sol espectacular, pero dejamos inclinado el horizonte, hemos estropeado la foto. Aunque se puede arreglar a posteriori, mediante las herramientas de nuestro software de retoque fotográfico, al recortar por la inclinación podemos perder una parte importante de la escena. No es difícil hacer que nuestro horizonte esté recto.

Para conseguir un cielo perfecto que no desmejore nuestra toma general, podemos apoyarnos en filtros fotográficos (degradados, neutros…), y cuando la escena incluye agua utilizar polarizadores para evitar molestos reflejos, hará ganar enteros a la fotografía. Es muy importante medir bien la luz de toda la escena. Diferencias mayores de 2 EV pueden hacer necesario realizar un bracketing para conseguir una buena exposición en la etapa de revelado.

Un recurso muy utilizado en la fotografía de paisajes, pese a ser en sí misma la representación de la inmovilidad, es conseguir representar el movimiento mediante la utilización de largas exposiciones (y/o filtros neutros reductores de luz): olas que parecen algodón, cascadas que parecen seda, estelas de estrellas en la fotografía nocturna. Aunque no es bueno abusar de esta posibilidad, sí es conveniente que nuestro portafolio contenga alguna composición de este jaez.

Después de tomar la fotografía

El paisaje es una de las disciplinas fotográficas que más gana con el revelado. El incremento de rango dinámico, del contraste y de la saturación es algo que solo puede hacerse entonces, independientemente de las condiciones de la toma. Un amanecer o un atardecer suelen retocarse poco, ya que la luz posee unas condiciones excepcionales, pero el resto de tomas siempre mejoran con el postproceso, aunque este sea un simple arreglo de niveles o curvas.

Además, en esta fase podremos arreglar otros detalles muchas veces necesarios, como el clonado de cables eléctricos (siempre molestos), enderezar el horizonte o hacer un recorte que cuadre mejor con aquello que queríamos expresar al hacer la fotografía.

Si cuando hicimos la foto carecíamos del filtro necesario, el software puede emularlos bastante bien. El ruido en el cielo es característico (sobre todo en cámaras más bajas de gama), y es muy sencillo de eliminar. La sensación de nitidez se puede mejorar ostensiblemente mediante nuestro programa de retoque (ver artículo sobre el enfoque), con el que también podremos levantar algo las sombras más pronunciadas.

El color es fundamental en la fotografía de paisajes. Desde nuestro software fotográfico podemos conseguir el color real de la escena, incluyendo la gama que vio nuestro ojo en el momento de la toma. Mediante el color apropiado podemos incluso plasmar las condiciones atmosféricas reinantes (frío: azul; calor: rojo). La intensificación de la gama tonal correspondiente ayuda a una mejor interpretación de la escena.

La inclusión de la geolocalización en los EXIF de nuestras fotos es un punto a tener en cuenta. En un futuro estas coordenadas podrán ser grabadas por la mayor parte de las cámaras de gama alta. Pero hoy, para el que carezca de GPS, no es difícil dedicarle un par de minutos a la inclusión de dichos datos.

Desde cualquiera de nuestras cámaras podremos tener acceso al histograma de la fotografía (durante la toma o durante la visualización de la instantánea). Revisar de un golpe de vista este dato en nuestras fotos hará que posteriormente no nos arrepintamos de no haber hecho otra toma más equilibrada.


Como última consideración, en esta, como en cualquier otra disciplina, hemos de ser CREATIVOS. La típica postal la hace todo el mundo. Debemos intentar captar la escena desde varios puntos de vista y desde varias posiciones; tal vez la más inverosímil sea la más atractiva.
Si podemos tener acceso durante todo el año, algo que nos resultará muy grato será fotografiar la misma escena en las cuatro estaciones (o al menos durante otoño y primavera), o con distintas condiciones meteorológicas, o en distintos horarios, lo que nos hará buscar la mejor luz en cualquier circunstancia en la que nos encontremos.

Algunos enlaces interesantes:

11 Consejos Fundamentales para hacer Fotografías de Paisajes
Fotografiar paisajes
4 Reglas básicas para fotografiar paisajes
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16 Simple Landscape Photography Tips
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Salud.

(c) Javier Díaz, 2010.

Enlace al artículo en Sonymage.

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